Natalia Mariel Melmann, de 15 años, regresaba a casa en la ciudad costera de Miramar, situada en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, cuando un grupo de policías la obligó a subir en un vehículo. La joven fue trasladada a una vivienda a las afueras del municipio donde la torturaron, violaron y estrangularon con el cordón de una de sus zapatillas.
Cuatro días después, en una intensa búsqueda, su cuerpo apareció cubierto de hojas secas en un vivero. La autopsia detectó el perfil genético de cinco personas, lo que confirmó que fue víctima de una violación grupal. El crimen ocurrió el 4 de febrero de 2001.
La Justicia condenó a los agentes Ricardo Anselmini, Oscar Echenique y Ricardo Suárez a cadena perpetua por «rapto, abuso sexual con acceso carnal agravado por la pluralidad de personas y homicidio criminis causa».
El año pasado, 22 años después, Ricardo Panadero, otro policía, recibió la misma pena que sus compañeros, tras demostrarse su implicación en el homicidio.
«¡Eres un asesino suelto!»
El atroz asesinato volvió a aparecer en la prensa estas últimas semanas, después de que se autorizasen las salidas transitorias de Anselmini. Su defensa alegó que ya cumplió dos décadas de condena, por lo que podía beneficiarse de la medida.
La decisión provocó la indignación de la familia, que apeló inmediatamente. El domingo pasado, el expolicía fue sorprendido por un grupo de vecinos paseando tranquilamente por un barrio de Mar del Plata.
Una persona filmó la huida del exagente mientras los vecinos, llenos de cólera, le gritaban: «¡Eres un asesino suelto! ¿Qué haces acá? ¡Ya te vas a la cárcel! ¡Asesino!».
Según la prensa, la salida de Anselmini de su vivienda supone una violación de su condicional, porque solo tiene permitido trasladarse de la penitenciaria a su domicilio. La familia de Natalia Melmann apeló la medida.
Con información de RT