Oswaldo, de 26 años de edad, trabaja vendiendo chucherías y otros productos frente al terminal del Nuevo Circo, en La Hoyada. Últimamente lo que más vende son chocolates, pues tiene un amigo en una empresa que los fabrica y le vende más barata la mercancía que está por vencerse. Así, dijo, logra sacar algo de ganancia.
Mientras buscaba sombra, para refugiarse del solazo que ha pegado durante los días de marzo, contó que alguna vez soñó con ser contador, porque es bueno con los números. Se imaginaba en una oficina con aire acondicionado, hora de almuerzo y sueldo fijo.
De hecho, intentó cumplir su meta. Cuando se graduó del bachillerato, se inscribió en el Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces) para estudiar contaduría. La institución capacita a estudiantes en distintas áreas mientras les paga un sueldo quincenal.
Jóvenes intercambian estudios superiores por el trabajo informal
Pero con ese dinero, Oswaldo solo cubría el pasaje diario entre Caracas y Santa Teresa del Tuy, en el estado Miranda, donde reside. “No me alcanzaba para colaborar en casa y yo necesitaba hacer plata rápido”, relató. Por eso, terminó abandonando los estudios.
La situación económica obligó a Oswaldo a buscar en el comercio informal los ingresos para su hogar. Comenzó en un puesto de perros calientes y desde entonces trabaja por su cuenta, porque ahora prefiere ser su propio jefe.
Deserción estudiantil
Los resultados de la última Encuesta sobre condiciones de vida de la población universitaria de Venezuela, publicados en febrero, arrojaron que 59 % de los estudiantes consultados dijo que había pensado en dejar la carrera.
Entre dos intentos fallidos por estudiar —primero costura en el Inces y luego publicidad en la Universidad Antonio José de Sucre—, Natasha siempre buscó trabajar. Fue cajera, vendedora, y luego la contrataron como ejecutiva de cuentas en una agencia de publicidad. No obstante, contó que en la agencia la discriminaban y explotaban laboralmente por no tener un título universitario.
La joven, de 25 años de edad, ahora se describe como emprendedora. Elabora y vende joyería. Dijo que todavía desea estudiar diseños de modas, pero se trata de una carrera costosa. Aun así, no pierde las esperanzas de hacerlo: ahora para respaldar su faceta como trabajadora independiente.
Con información de El Carabobeño y Crónica Uno
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