La noticia del hallazgo del cadáver de la ingeniera de sistemas Durkis Karina Hernández Briceño (37 años) desconsoló a sus padres. Durante cuatro meses y medio mantuvieron la esperanza de encontrarla con vida; sin embargo, la profesional fue asesinada el mismo día que desapareció en el municipio Cristóbal Rojas del estado Miranda: el viernes 28 de junio de 2024.
«Estuve a 150 metros del cadáver de mi hija y no lo vi», dijo afligido, vía telefónica, José Hernández, padre de la víctima, quien reside en el estado Táchira, junto a su esposa.
Durante semanas, este hombre estuvo buscando a su hija en los alrededores del urbanismo Mirador de Caiza de los Valles del Tuy, pero no la encontró. Hoy se lamenta porque el cuerpo sin vida estaba muy cerca de donde se desplegaron las labores, junto a familiares, vecinos, la policía y la Brigada Canina K9-F.
“Nunca nos esperamos esto, siempre confiamos en que estaba viva, pero el destino nos hizo una mala jugada”, señaló Hernández, quien viajó al Tuy al enterarse de la desaparición de su hija.
Palos, piedras y maleza
El cadáver de Durkis Karina Hernández Briceño fue encontrado cerca del urbanismo donde residía, la tarde del 15 de noviembre. El cuerpo estaba en una zona boscosa, cubierto con palos, piedras y maleza.
El día que desapareció, había salido al centro de Charallave a comprarle una torta a su esposo, Luis Morón, quien estaba de cumpleaños. En el camino, se encontró con un individuo, quien se abalanzó sobre ella para quitarle el teléfono. Hubo un forcejeo, pero este hombre la dominó y la mató. Se esperan los resultados de la autopsia para determinar la causa de la muerte. Presuntamente, la mujer fue golpeada y asfixiada.
El celular que robaron a Hernández Briceño fue clave para detener a su homicida. Aunque este hombre solo lo utilizaba cuando había Wifi, un día se lo prestó a una mujer y ella le metió un chip. Fue así como los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) llegaron hasta el victimario, quien confesó el crimen y dio detalles del lugar donde estaba el cadáver de la ingeniera.
José Hernández agradeció al Cicpc, a los vecinos de Mirador de Caiza y a los medios de comunicación el apoyo que le brindaron a la familia tras la desaparición de la profesional, a quien calificó como excelente hija y una madre abnegada.
Durkis Karina Hernández Briceño trabajó en la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES) en Catia. Actualmente se ganaba la vida vendiendo pastillas anticonceptivas que su padre le enviaba desde el Táchira “para que ella se ayudara».
La profesional tenía tres hijos: uno de 14 años, quien presenta trastorno del espectro autista avanzado, otro de 11 y, el más pequeño, de 5 años de edad. Familiares y amigos esperan que se aplique todo el peso de ley contra el homicida.
Con información de El Pitazo