La vía estaba despejada. Eran las tres de la tarde del domingo 16 de junio y no había tráfico en la vía rural que conduce a Río Anus, un poblado agrícola de la parroquia Uvencio de Antonio Velásquez, jurisdicción del municipio Sucre.
Río Anus está ubicado a la izquierda de la troncal Guanare – Biscucuy, que comunica a los estados Portuguesa y Trujillo. Es una zona montañosa, húmeda y de ambiente fresco. Tiene la quietud y la soledad propia de los pueblos cafeteros.
Confiado en esas bondades, Kelbin Daniel Mejías Contreras se desplazaba sin temor en su motocicleta, una máquina pequeña de uso personal. El joven, de 21 años, salió de su casa, luego de almorzar, a continuar labores en su puesto de comando en Biscucuy, una estación de la Policía Nacional Bolivariana (PNB). Ese día no pudo terminar su deber como oficial acreditado.
Irónicamente, un policía adscrito a ese mismo cuerpo policial, practicante de motopiruetas, lo embistió mientras tres agentes más, junto a dos adolescentes del caserío vecino, hacían caballitos y grababan las maniobras.
“La recta de Río Anus la han tomado para acrobacias en una sola rueda. Estos mismos sujetos habitualmente andan en sus motos haciendo piruetas, exponiendo a los vecinos”, comentó un testigo del poblado Las Cruces, de donde son nativos los implicados.
La minuta oficial de la incidencia indica que el motopiruetista trató de girar su máquina –una Bera, modelo BR150, color negro, año 2024, placas AV8V25V– al parecer con el propósito de devolverse, pero no se percató de que detrás venía el funcionario policial, por lo que ambas máquinas chocaron de frente. Mejías Contreras quedó herido en la vía, mientras los cuatro uniformados de la PNB y los dos adolescentes huyeron.
Lugareños de Río Anus socorrieron a Mejías Contreras y lo llevaron al hospital de Biscucuy, de donde fue trasladado al Hospital Miguel Oraá de Guanare. El diagnóstico médico reveló traumatismo abdominal cerrado complicado con lesión gástrica grado III. De emergencia fue sometido a una intervención quirúrgica.
Mejías Contreras murió a las 5:00 a.m del martes 18 de junio, a la espera de un turno quirúrgico para una segunda cirugía gástrica. El muchacho sufrió una hemorragia por fuga de sutura y no pudo ingresar a quirófano porque el único habilitado en el Hospital Miguel Oraá estaba en proceso de desinfección. Además de que escaseaba el bromuro de rocuronio, un coadyuvante de la anestesia usado para la relajación músculo esquelética y la intubación branquial.
Homicidio culposo
El ejecutante de las motopiruetas, un joven de 22 años identificado como Orlando José Marín Toro, se presentó ante un comando de la PNB en Guanare, donde fue detenido y puesto a la orden de la fiscalía segunda del Ministerio Público de la misma ciudad. Los otros tres policías continúan en fuga.
Este miércoles 19 de junio se realizó la audiencia de presentación ante el tribunal segundo con competencia municipal. La Fiscalía, a cargo de Marianny Royero, le imputó a Orlando José Marín Toro el delito de homicidio culposo. El tribunal acordó, con medida cautelar de fiadores y presentación periódica, que este se mantenga en libertad mientras concluye el periodo de investigación –45 días hasta la audiencia preliminar–.
La familia de Mejías Contreras cuestionó la medida judicial por considerarla injusta. “Se está favoreciendo la impunidad. La investigación pudiera prolongarse hasta un lapso de 6 meses, por cuanto Marín Toro no quedó privado de libertad”, advirtió María Alejandra Contreras, madre de la víctima.
Los familiares de Mejías Contreras denunciaron que el expediente penal no refleja la realidad de lo acontecido. “Fue manipulado: los policías que acompañaban al acusado Marín Toro durante la práctica de motopiruetas aparecen como testigos”.
“Esto debe subsanarse, ya que estos participaron directamente en el lamentable hecho dónde falleció mi hijo”, informó la madre de Mejias Contreras.
Los parientes de Mejias Contreras solicitan al Ministerio Público esclarecer el caso. «Los agentes de la PNB que acompañaron a Marín Toro en las maniobras deben ser procesados y destituidos. Debe, asimismo, imputárseles el delito de omisión de socorro”, exigen.
Kelbin Daniel era un joven trabajador. Se había graduado en la cohorte 2023 de la Universidad Experimental para la Seguridad y gozaba del aprecio de sus vecinos y de sus compañeros de trabajo. En ningún caso estaba haciendo motopiruetas con el grupo, como lo quieren hacer ver en el expediente judicial, alegó María Alejandra Contreras.
Kelbin Mejías, la víctima
Con información de El Pitazo