El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció este domingo que renuncia a ser el candidato demócrata a la Casa Blanca en la elección de noviembre, tras semanas de presiones en su partido por su pésima actuación en el debate del 27 de junio contra el republicano Donald Trump.
“Ha sido el mayor honor de mi vida servirles como presidente. Y aunque mi intención ha sido presentarme a la reelección, creo que lo mejor para mi partido y para el país es que dimita y me centre únicamente en cumplir mis obligaciones como presidente durante el resto de mi mandato”, dijo Biden en un comunicado en la red social X, antes Twitter, una cita que había generado expectación ante el coro creciente de voces demócratas que, en público y privado, empujaban al presidente a renunciar a la reelección.
Biden dice en la carta que se dirigirá al país más tarde esta semana «para dar más detalles de mi decisión».
«Por ahora quiero agradecer a todos que trabajaron tan duro por mi reelección. Quiero darle las gracias a la vicepresidenta Kamala Harris por ser una compañera extraordinaria en todo este trabajo».
Biden, de 81 años, tuvo dificultades para hablar en el debate contra Trump, con una voz ronca y vacilante que su círculo achacó a un resfriado; perdió el hilo de las frases y se trabó en varias ocasiones (él dijo luego que no había descansado lo suficiente tras un viaje internacional casi dos semanas antes), lo que convirtió su salud en el centro de la escena política, opacando las mentiras de Trump.
En las tres semanas exactas que han pasado desde el debate, Biden intentó en un principio disipar las dudas (mostrando fortaleza en un mitin al día siguiente, por ejemplo, en el que dijo: «Cuando te tiran, te levantas»), y luego se enrocó en una negativa absoluta a renunciar a su candidatura, alegando en que sólo él podría derrotar a Trump.
Al día siguiente del debate, el expresidente Barack Obama (del que fue vicepresidente) salió a respaldarle, pero esa misma tarde la junta editorial del diario The New York Times publicó un artículo pidiendo su renuncia y empezaron en prensa las especulaciones sobre quién podría sustituirle. Biden dijo que consultaría con su familia ese fin de semana, mientras los demócratas parecían cerrar filas con él, y regresó a Washington D.C. diciendo que su esposa e hijos le habían animado a «seguir luchando».
Quedaba por saber si los donantes, los votantes (en los sondeos) y los congresistas y gobernadores demócratas le apoyarían. El primer golpe provino del representante texano Lloyd Doggett, que le instó a «tomar la dolorosa y difícil decisión de apartarse». Desde entonces más de una decena de congresistas de ambas cámaras se han unido a esa petición. Los gobernadores se reunieron para consensuar una postura y le dieron su apoyo pero demostrando su preocupación.
Los sondeos se fueron sumando a esa tendencia día a día: el 3 de julio, por ejemplo, una encuesta de The New York Times apuntaba a que Trump había duplicado su ventaja con Biden desde el debate. Él siguió insistiendo en que no renunciaría, y el viernes 5 de julio concedió una entrevista a ABC News en la que se mostró desafiante.
Con información de Telemundo Noticias