Ignacio Carlos Gómez Sosa no puede creer que una jugosa oferta de trabajo en Samoa Americana, el territorio insular dependiente más austral de Estados Unidos, a mitad de camino entre Nueva Zelanda y Hawái, acabó volviéndose una pesadilla.
“No sé qué hacer; por favor, ayúdenme”, clamó el venezolano a sus seguidores en Instagram pidiendo que lo salvaran el lunes 23 de septiembre, confiado en que su pedido de ayuda llegaría a oídos de un abogado o una organización de derechos humanos. Y así fue.
Trabajador del sector construcción en Salt Lake City, la capital de Utah, donde vive desde 2018, recibió el 2 de enero una oferta laboral demasiado buena para dejarla pasar en la isla que forma parte del archipiélago de Samoa.
De inmediato, el venezolano, que nació en Ciudad Bolívar, firmó los papeles que le presentaron sin leerlos detenidamente, confiando en la palabra del reclutador. El 4 de enero aterrizó en el territorio insular.
Venezolano desprotegido
“Me ofrecieron una buena plata para venir, les dije que estaba en proceso de asilo, pero me aseguraron que no tendría problemas, que ese territorio pertenecía a Estados Unidos”, contó Ignacio Gómez entre lágrimas en el video que subió a la red social. Pero justo cuando finalizó el trabajo, llegaron los problemas.
A mediados de marzo, cuando pretendía abordar el vuelo de regreso al estado de Utah, fue detenido por el personal de inmigración del aeropuerto samoano. Le exigieron una visa americana y el pasaporte venezolano vigente.
Ignacio Gómez les dijo que no los tenía. Había llegado solo con el Real ID, un documento de identificación en Estados Unidos. Él es titular del Estatus de Protección Temporal (TPS), que le permite permanecer y trabajar en el país norteamericano por un tiempo determinado sin riesgo de deportación, y lleva cinco años en espera de resolver su caso de asilo.
«No me pueden deportar. No me dejan tomar un vuelo o un barco con mi pasaporte venezolano vencido. He contactado a abogados de inmigración y tampoco me han ayudado. La empresa no se hace responsable. La Iglesia mormona a la que acudí me dijo en un correo que al no ser miembro no me podían ayudar. Estoy desesperado, por favor, que alguien me ayude», imploró el venezolano.
Para colmo, denunció “acoso, malas palabras, irrespeto y violación de derechos humanos” por parte de la empresa que lo contrató para trabajar en un templo de Samoa. “Vine bajo engaño y mi inglés no es bueno”, dijo el hombre que trabaja como carpintero.
Sin representación diplomática en Estados Unidos desde 2019, el venezolano dijo que se sentía «desolado al no tener protección alguna” ni a dónde acudir en caso de una emergencia.
A Ignacio Gómez no lo dejan trabajar en Samoa. Está a punto de quedarse sin dinero y a miles de kilómetros de Utah, que ha sido su hogar desde 2018.
El 23 de septiembre se sentía atrapado en una pesadilla, sin poder ver una salida. Ahora, después de la publicación, consiguió el apoyo de un abogado de migración. Se siente optimista. “Estoy confiado en una solución muy pronto”, dijo el venezolano al medio digital Utahzolanos el martes 24 de septiembre.
Con información de El Pitazo