«Déjenme decirlo de una vez por todas, no aceptaremos deportaciones del Gobierno de Texas». El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, avisó este miércoles de que su Gobierno no aceptará a migrantes deportados en virtud de la «ley draconiana» SB4, que el martes estuvo vigente por unas horas en medio de fallos judiciales divergentes.
«Si pretendieran deportar, por ejemplo, que no les corresponde, nosotros no aceptaríamos deportaciones, de una vez lo adelanto, del Gobierno de Texas y no nos vamos a quedar con los brazos cruzados», manifestó el mandatario en su habitual conferencia matutina.
El gobernante mexicano se refirió a la ley SB4, una de las medidas antiinmigrantes más drásticas en la historia de Estados Unidos, que convertiría en delito el que un extranjero ingrese a Texas de forma irregular, con penas de hasta 20 años de cárcel para los reincidentes, además de facultar a las fuerzas estatales de realizar arrestos migratorios y deportaciones.
La Secretaría General de Exteriores ya envió un comunicado ayer criticando la medida, que también es rechazada por la Casa Blanca. Su aplicación desató caos este martes, cuando la Corte Suprema de Estados Unidos desbloqueó primero la aplicación de la ley antes de escuchar argumentos de fondo, pero en la noche el tribunal de apelaciones del Quinto Circuito suspendió su entrada en vigor.
Aunque López Obrador dijo no querer «adelantar» las medidas que tomaría el Gobierno de México si al final se aplica la legislación, se volvió a pronunciar en contra de la misma, como hizo desde un primer momento.
«Desde luego, estamos en contra de esta ley draconiana, completamente opuesta, contraria, a los derechos humanos, una ley deshumanizada por completo, anticristiana, injusta, violatoria de preceptos, de normas, de la convivencia humana, no solo del derecho internacional, sino hasta violatoria de la Biblia», comentó haciendo hincapié en que sus promotores «van a los templos», pero se olvidan luego «del amor al prójimo».
Con información de DW y EFE