Lo que tiene el chavismo en el poder lo tienen los venezolanos Gabriel Gutiérrez y Melannie Bonfissuto en edad: 25 años, por lo que solo han visto en el Gobierno de su país a un único sistema político que, pese a sus transformaciones en la última década, mantiene vivas la imagen y la palabra del fallecido Hugo Chávez.
El 2 de febrero de 1999, el ex teniente coronel, líder de un fracasado golpe de Estado en 1992, juró su cargo como presidente.
Dieciséis días después nació Gabriel Gutiérrez en el estado Zulia (noroeste), donde creció rodeado de petróleo, el oro negro que bendijo a este rico país por muchos años, especialmente durante la gestión de Chávez.
Pero, a pesar de estar rodeado de riqueza, Gabriel no tuvo “muchos beneficios” ni “lujos”, sino “lo necesario”, según dijo a EFE, mientras veía a otros niños, de familias que trabajaban en la aún poderosa estatal Pdvsa, en mejores escuelas y con vidas más holgadas.
“No crecí con envidia, pero sí veía que esas personas que estaban del lado del chavismo obtenían más beneficios”, aseguró el joven, para quien fue inevitable asociar la prosperidad con el petróleo, lo que, años después, lo empujó a estudiar ingeniería en esta materia en la universidad.
El estudio lo congeló, por un año, en 2021, cuando emigró a la vecina Colombia en busca de “estabilidad económica” y para ayudar a su mamá, quien se quedó en Venezuela con un ingreso de 10 dólares al mes.
Gabriel trabajó como vendedor y mesonero, hasta que decidió migrar por segunda vez, en esta ocasión a México, luego de que el izquierdista Gustavo Petro asumiera la Presidencia en la nación andina, donde el joven empezó a tener “flashback” del comienzo de la “decadencia” de su país, y no quería “vivir en una segunda Venezuela”.
Ahora, en México, vende almohadas y estudia el noveno semestre de la carrera de forma virtual, mientras espera la aprobación de un permiso para entrar a EE.UU.
“Yo no quería salir de mi país, yo quería vivir ahí donde nací (…) La ideología política del país y la administración política actualmente no te permite a ti como ciudadano aspirar, desear, crecer y cumplir tus metas”, expresó.
Desde su niñez, Melannie Bonfissuto vive con sus abuelos maternos en Caracas -donde nació el 4 de febrero de 1999-, en un apartamento que recibía con frecuencia a su numerosa familia, hoy casi toda fuera del país.
“Siempre estábamos todos en la casa. Era un escándalo, una gritadera”, rememora.
Casi todos los días, después de clases, iba a un negocio familiar en el concurrido centro de Caracas, donde recuerda haber visto largas colas de potenciales clientes.
Un día vio a su familia angustiada, sin comprender entonces el porqué, ya que siempre la percibía contenta. La causa era -ahora lo entiende- la expropiación anunciada por Chávez de un inmueble comercial cercano al negocio de su familia.
En su memoria, esta fue la primera vez en la que se dio cuenta de que “algo más grande” que ellos los “estaba afectando”, y no lo podían controlar.
Por la crisis económica, buena parte de su familia emigró a Colombia y Estados Unidos, a donde, además, también se fue su mamá.
Ella, si bien ha pensado en irse, ha decidido quedarse en su país, donde, pese a todo, le gusta vivir.
“Yo me quedo. Me gusta mi país. Aquí todavía se puede hacer vida”, afirmó la joven, psicóloga, quien ve oportunidades para seguir estudiando y trabajar en Venezuela.
Para fortalecer esas oportunidades, el Gobierno del chavista Nicolás Maduro pondrá hoy en marcha, con motivo de los “25 años de la toma del poder” de Chávez, la ‘Gran Misión Venezuela Joven’, con la que promete brindar “apoyo y máxima protección” a la juventud, a la que el jefe de Estado apunta a través de las redes sociales e invita con frecuencia a su programa semanal de televisión.
Con información de EFE