A sus 74 años, Edmundo González Urrutia nunca tuvo ninguna aspiración política.
La vida del diplomático ya jubilado hace apenas tres meses consistía en asistir a conferencias, escribir esporádicamente artículos académicos y dedicar tiempo a su familia y a sus cuatro nietos.
Pero a finales de abril su vida dio un vuelco.
De cara a las elecciones presidenciales del 28 de julio, la oposición venezolana se había quedado sin opciones para enfrentarse al presidente Nicolás Maduro.
María Corina Machado, quien había sido elegida como candidata en las elecciones primarias celebradas por la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) en octubre del año pasado, había sido inhabilitada, así como luego Corina Yoris, a quien habían designado como su sustituta.
González Urrutia recuerda que cuando le propusieron convertirse en el candidato de la PUD lo tomó como un honor que ahora se ha convertido en un «compromiso personal con los venezolanos».
Dentro de su extensa carrera diplomática se destacó como embajador en Argelia entre 1991 y 1993, y en Argentina desde 1998 hasta 2002, durante los gobiernos de Rafael Caldera y los primeros años de Hugo Chávez.
Hoy, 25 años después de la llegada del chavismo al poder, pretende ponerle fin.
Y muchos venezolanos, tras años de desencanto con la oposición, han puesto en él sus esperanzas de cambio.
El oficialismo, por su parte, critica a González y lo asocia con una «oposición apátrida» que ha pedido sanciones que han afectado a la economía del país.
«Ahora la oposición nos lo quiere vender como un pobre viejito, pero ese señor [González] es un perverso (…) Ese señor es parte de un plan perverso para seguir haciendo daño a nuestro pueblo», dijo Diosdado Cabello, dirigente del chavismo y muy vocal en sus críticas a los opositores.
Ha pasado de ser un exdiplomático de bajo perfil para la opinión pública a ser el candidato y la esperanza de miles de opositores venezolanos. ¿Cómo toma esta nueva responsabilidad?
Es una situación inesperada. Yo jamás pensé que iba a estar en esta posición.
Sin embargo, cuando me lo plantearon, lo tomé como un compromiso personal con Venezuela, con el sistema de gobierno y la democracia.
Por eso lo acepté y estoy dando lo mejor de mí para sacar esto adelante.
Mucha gente me está ayudando. Hay una gran cantidad de personas que confían en que la solución que se propone en mi candidatura puede ser necesaria en este momento.
Esto se ve en la mayoría de las encuestas*. Las cifras no las tengo, pero hay un alto porcentaje que crece cada día que respalda la opción de la Plataforma Unitaria Democrática.
La candidata iba a ser María Corina Machado, luego Corina Yoris y ahora usted. ¿Qué pasa si lo inhabilitan o surge algún problema con su candidatura?
Yo confío en que eso no va a ocurrir. Si me hubieras planteado (esta pregunta) hace varias semanas, tal vez podría haber tenido dudas. Pero ya a estas alturas honestamente no creo que pueda ser una posibilidad.
Uno nunca sabe, por supuesto, debido a los recursos que tiene el régimen, pero nosotros confiamos en que esta candidatura va a seguir adelante y que va a triunfar.
¿Tienen un plan B?
Nuestro plan B es el plan A.
La propia Machado está recorriendo el país como si ella estuviera en la boleta. Hay un vínculo de que votar por usted es votar por ella. ¿Qué tiene de positivo y de negativo eso?
Ella está recorriendo el país respaldando mi candidatura. Fue una de las promotoras de ese acuerdo en la Plataforma Unitaria y, como ella, muchos otros dirigentes de la oposición están también empleados a fondo en respaldar y promover mi candidatura para estas elecciones del 28 de julio.
Hace un par de semanas, el Consejo Nacional Electoral (CNE) le revocó la invitación a la Unión Europea para que enviara observadores al proceso electoral. Algunos ven esto como una señal de que es poco probable que las elecciones vayan a ser justas y competitivas. ¿Cómo lo ve usted?
Es una mala señal del Ejecutivo de cara a la comunidad internacional.
Los observadores internacionales siempre dan garantías a los gobiernos.
Un gobierno que impide la presencia de observadores internacionales da una mala señal, como si quisiera ocultar algo.
Queremos que el proceso sea transparente y que las elecciones presidenciales puedan ser observadas por la mayor parte de observadores del mundo.
Sin embargo, hemos sustituido esa observación internacional por miles y miles de venezolanos que van a ser los observadores en este proceso y que con su voto van a producir la victoria a la que aspiramos.
¿Cree que será una elección justa?
Las elecciones en Venezuela no son justas, ni limpias ni equitativas.
Evidentemente que no lo son porque hay un desequilibrio en cuanto al (control de los) medios de comunicación. Ahí hay una desproporción evidente, que no permite a la oposición tener y contar con los mismos recursos que tiene el gobierno.
El gobierno utiliza todos los medios oficiales para hacer proselitismo y largas cadenas de televisión del candidato oficial.
En 2018 la oposición mayoritaria llamó a la abstención y no compitió contra Maduro. Ahora en cambio vemos una unidad en seguir la ruta electoral, pese a los obstáculos, y una unidad de acción para sustituir candidatos. ¿Piensa que se equivocaron hace 6 años? ¿Qué cambió ahora si aparentemente el escenario es el mismo?
Nosotros estamos apuntando hacia el futuro. No estamos viendo hacia atrás.
Queremos una misión que vaya hacia adelante y por eso es que estamos empeñados en que todo el proceso electoral sea equitativo, justo y transparente.
¿Cuál considera que ha sido el mayor error de la oposición en los últimos años?
Quizás el llamado a la abstención no fue lo más prudente en su momento, pero ahora estamos todos alineados en la ruta electoral, que es la que estamos empujando con fuerza.
Ese llamado a la abstención, y lo que pasó tras las protestas de 2017, además de la migración y otras decepciones, hace muy difícil para la oposición movilizar a su gente. ¿Por qué deberían millones de venezolanos que están decepcionados con la oposición venezolana confiar en usted?
Yo quiero ver hacia adelante. Yo no quiero encerrarme en el pasado.
Tenemos un proceso electoral en puertas. Tenemos una unidad que unánimemente escogió un candidato, tenemos toda la maquinaria de los partidos trabajando con fuerza por esa candidatura y por eso es que aspiramos tener una mayoría muy sustancial que coincida con los resultados de las últimas mediciones de opinión, que nos están dando un porcentaje bastante cómodo para ganar las elecciones el 28 de julio.
¿Qué llamado les hace a los millones de venezolanos que están decepcionados con la oposición?
Yo lo que veo es mucho ánimo, mucho entusiasmo, mucho interés en el proceso electoral.
Para ganar es posible que necesite el voto del chavismo desencantado. ¿Cómo pretende convencer a los venezolanos que durante años apoyaron a Chávez y Maduro y que pueden verlo a usted y a la oposición como una amenaza?
El discurso que hemos mantenido a lo largo de estos días de campaña ha sido el de un llamado al reencuentro de los venezolanos, un llamado a la unidad nacional, un llamado donde el adversario es un adversario político y no un enemigo.
Aspiramos a que los sectores que apoyan al gobierno, que son cada vez menos, atiendan a nuestro llamado al reencuentro de los venezolanos.
Son cada vez son menos porque muchos de ellos ahora están apoyando nuestra candidatura.
Aún está lejos, ¿pero se imagina siendo presidente? ¿Qué es lo primero que haría?
Son tantas las cosas que tenemos que atender: la situación económica, la inflación, los salarios, las pensiones, la pobreza.
Según las últimas cifras de las Naciones Unidas, tenemos un 82% de la población viviendo en la pobreza. Esto representa un gran desafío para un nuevo gobierno.
Ha nombrado varias prioridades, ¿pero cuál sería la prioridad número uno para el gobierno de Edmundo González Urrutia?
Son muchas, porque hay prioridades económicas, políticas y sociales.
Tenemos que recomponer y reinstitucionalizar el país. Queremos devolverles a los venezolanos elementos para que se reconcilien con la democracia.
¿Plantearía un gobierno de transición? ¿O algún tipo de pacto con el chavismo?
Todo eso se definirá en su momento. Nosotros estamos trabajando para ganar las elecciones primero.
Nuestro objetivo es ganar el 28 de julio y en eso estamos enfocados.
Una vez ganadas las elecciones ya se verá cómo vamos a trabajar en los días sucesivos.
Entonces no descarta un pacto con el chavismo…
La palabra pacto da lugar a muchas interpretaciones.
Creo que tenemos que buscar la reconciliación nacional y si eso incluye a sectores que actualmente están con el oficialismo, pues los incluiremos.
Aunque ganara, el chavismo no va a desaparecer y de hecho controlaría aún mucho poder, como la Asamblea Nacional. El chavismo también nombró a los miembros del Tribunal Supremo. ¿Cómo imaginaría esa coexistencia? ¿Temería no poder gobernar?
Esa situación evidentemente que la hemos analizado. Vamos a tener otros poderes del Estado en manos de la oposición.
Con información de BBC