Eran las 7:00 p.m de la noche del viernes, 13 de diciembre, cuando Jesús Álvarez, un joven de 20 años, leyó una publicación de Instagram que lo dejó helado y se negaba a creer. En la red social estaba una nota en la que informaban que había muerto su padre, Jesús Rafael Álvarez, un preso de 44 años que permanecía recluido en la cárcel de Tocuyito, estado Carabobo.
-Adela, te tengo una mala noticia – Le dijo el muchacho a la mujer que lo ha recibido en Guacara y es amiga de su familia. Ella tampoco lo podía creer.
“En la publicación decía que mi papá estaba en el Hospital Central para que su familia retirara el cuerpo. Yo tengo casi un mes aquí (en Carabobo) con la esperanza de que me voy a llevar a mi papá vivo y ahora me lo llevaré pero para darle sepultura. No conozco la causa de muerte, nadie me ha dicho nada”, contó el joven a periodistas, justo antes de entrar a la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), Delegación Tocuyito.
“No se ha muerto nadie”
Apenas Jesús supo lo que había pasado con su padre, se fue a la cárcel de Tocuyito. Desde Guacara caminó un trayecto y luego pidió dinero prestado para movilizarse hasta el penal. Relató que quienes se encargan de recibir a las personas en el sitio le dijeron que ningún preso de ese recinto había fallecido.
“Nos dijeron que aquí no se ha muerto nadie. No nos dieron información clara. Es como un juego con nosotros. Como si a quienes ellos tienen allá adentro no son personas. Fui al Cicpc para que me dieran la orden para retirar el cuerpo. Lo que me hicieron fue una entrevista, una declaración y me dijeron que regresara hoy (sábado) para retirar un papel que una persona, que no sé quién es, tenía que firmar. Hoy me dicen que tengo que seguir esperando”, afirmó.
El Pitazo intentó comunicarse con Jesús y una persona que atendió su teléfono dijo que desde la tarde de este sábado, 14 de diciembre, el joven seguía dentro de la sede de la policía científica y que los funcionarios no suministraron información al respecto.
La madre de Jesús está recluida en el destacamento 625 de la Guardia Nacional en Puerto Ordaz, estado Bolívar, a cuatro horas de su lugar de residencia, en El Callao. Su nombre es Annys Suárez, de 38 años.
La familia Álvarez Suárez es originaria de Anaco, Anzoátegui, pero vive en El Callao, estado Bolívar, desde hace ocho años, según relató Jesús. Dijo que tiene dos hermanas menores de 17 y 7 años.
El arresto
La madrugada del viernes, 2 de agosto, Jesús la recuerda con claridad. Ese fue el momento en el que agentes de seguridad e inteligencia se llevaron a la fuerza a su madre y su padre. Afirmó que los oficiales llegaron a la 1:00 a.m a su casa en El Callao, municipio homónimo.
“Una comisión de guardias y DGCIM (Dirección General de Contrainteligencia Militar) llegaron a la casa, a la fuerza, buscando a nuestros papás y se los llevaron a los dos. Supuestamente era por la investigación de una persona fallecida”, dijo Jesús. Pero al día siguiente, cuando Jesús buscó respuestas sobre el paradero de sus padres, le dijeron que quedaron detenidos por incitación al odio, terrorismo, obstrucción a la vía pública y resistencia a la autoridad.
Son los mismos delitos que le han endosado a la mayoría de los ciudadanos arrestados después de las elecciones presidenciales del 28 de julio. “Ellos estaban primero en el mismo comando donde está actualmente mi mamá. Unos días después trasladaron a mi papá y a otros señores que estaban ahí por los mismos delitos”, indicó Jesús.
Aseveró que en un principio no sabía a dónde se habían llevado a su papá, pero indagando con parientes de otros presos, supo que estaba en Tocuyito.
Prohibidas las visitas de hombres
Hace poco menos de un mes, cuando Jesús logró reunir algo de dinero y se enteró que autorizaron las visitas, emprendió su viaje a Carabobo para ver a su papá. “Pero cuando llegué aquí me dijeron que mi papá no puede recibir visitas de parte mía, que tiene que ser una mujer. Desde el arresto en El Callao nunca más pude verlo, lo vi ayer muerto en una foto”, dijo el muchacho.
La prohibición de visitas de hombres es algo que también han relatado familiares de otros prisioneros. Según el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP, Jesús logró comunicarse con su padre un par de veces y él le decía que lo que estaba viviendo dentro del penal era una tortura.
Además de la solicitud de entrega del cadáver de su padre, el joven exige la libertad de su madre. Dice que desde el sitio de reclusión ella busca la forma de comunicarse cada cierto tiempo con él.
“Mi mamá me llamó hace rato, ella está destrozada, me dice que no tiene motivos para vivir. Yo tengo que darle la fortaleza. Yo le digo: ‘mami, ¿cómo que no tiene motivos para vivir?’, aquí estamos nosotros, tus hijos, esperándote aquí afuera con los brazos abiertos. Ella dice que ya no va a ser lo mismo porque mi papá era su motor, pero yo le digo que tiene que ser fuerte por nosotros”, contó el muchacho con la voz quebrada.
Aseveró que también le dijo a su mamá que hará todo lo que esté a su alcance para que ella salga en libertad y pueda estar presente en el funeral de su esposo, Jesús Álvarez, con quien compartió poco más de 20 años de su vida. “Mi exigencia primordial es la libertad de mi mamá y que me entreguen el cuerpo de mi papá«, reiteró Jesús.
El muchacho afirmó que desde el arresto de sus padres, a él le ha tocado asumir las riendas de la familia y ha sido difícil. “Nosotros vivíamos de un local que teníamos arrendado, pero una vez que los dueños se enteraron que mis papás estaban detenidos por cuestiones políticas, nos sacaron a la fuerza a mí y a mis dos hermanas menores. Eso fue un desastre, horrible. Ahora hemos tenido que sobrevivir vendiendo cosas personales y alquilamos dos habitaciones pequeñas que tenemos en la casa. Estamos sobreviviendo mis dos hermanas y yo”, indicó Jesús.
Dijo que su hermana de siete años dejó de asistir al colegio, porque no le quiso dejar esa responsabilidad a su otra hermana de 17. “Es complicado y la escuela queda lejos y hay que cruzar carreteras”, puntualizó.
La mano amiga de Adela
Desde que Jesús llegó a Carabobo con la esperanza de ver a su padre, fue recibido por Adela Moreno, una amiga de su tía. “Esto ha sido doloroso y también me afecta. Él iba al penal y no podía ver a su papá y llegaba a la casa todo triste, caminando y aguantando hambre, porque a veces no había para comer”, señaló la mujer entre lágrimas.
“Cómo no voy a recibirlo aquí, si la tía de él me dijo que ellos son una familia honesta, trabajadora y unida. Y he vivido esto de cerca y desde el principio y tengo que apoyarlo porque él está solo acá. Y la señora está muy mal y la familia tiene miedo porque esto es muy duro para ella. Yo exijo su libertad”, dijo la mujer.
Hasta el cierre de esta nota, el joven Jesús Álvarez Suárez permanecía en la sede del Cicpc, Delegación Tocuyito, y la familia no ha tenido información sobre la entrega del cadáver del padre del muchacho
Jesús Rafael Álvarez es el segundo preso que muere bajo custodia del Estado venezolano después de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio. El primero fue Jesús Martínez Medina, de 36 años, quien murió estando prisionero en Anzoátegui, el 14 de noviembre.
Con información de El Pitazo